Los grandes desarrollos habitacionales en la Ciudad de México:¿Proyectos habitacionales o proyectos políticos y económicos?
José Armando Alonso Arenas
Resumen
El modo de habitar doméstico contemporáneo y los grandes desarrollos de vivienda de los siglos XX y XXI en la Ciudad de México han visto antepuestas racionalidades políticas y económicas a su objetivo habitacional. Los desarrollos del Milagro mexicano fueron propaganda política del proyecto modernizador del Estado; los del siglo XXI han privilegiado el lucro de promotores inmobiliarios. El resultado, sobre todo en las experiencias recientes, contradice el propósito de favorecer la equidad al producir vivienda.
Palabras clave: Ciudad de México, Estado mexicano, historia contemporánea, libre mercado, Milagro mexicano, política de vivienda, promoción inmobiliaria, unidades habitacionales, Urbanismo, Zona Metropolitana del Valle de México
Mexico City’s big dwelling developments: projects for inhabiting or projects for Politics and Economy?
José Armando Alonso Arenas
Abstract
Domestic contemporary living and Mexico City’s 20th and 21st centuries big dwelling developments have seen postponed their habitable pourposes behind political and economical rationalities. Those developments from the Milagro mexicano period were used as the State modernizing agenda’s propaganda. And those from the 21st century have mainly favored real-estate entrepreneurs’ profits. Outcomes, specially for recent experiences, contradict the pourpose of reaching equity through housing production.
Keywords: Contemporary History, dwelling developments, free market, Housing policies, Mexican State, Mexico City, Mexico City’s metropolitan area, Milagro mexicano period, real-estate promotion, Town Planning
Tal como aseveró Marx, “hoy día, todo parece llevar en su seno su propia contradicción”; 3274N1 afirmación que incide en el modo contemporáneo de habitar, más aún, en cómo proveer de habitación. Para el caso de la actual zona metropolitana del Valle de México (ZMVM) 3274N2 –y tal vez a nivel nacional–, en el último medio siglo los modelos de provisión de vivienda y producción del entorno urbano de lo habitable han demostrado amplias contradicciones; no sólo al interior de la vivienda misma, sino por el contraste que ofrece en conjunto el parque habitacional, sus procesos y relaciones.
En junio de 2014, el entonces titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano (Sedatu), Jorge Carlos Ramírez Marín, aseveró que 67% de la producción de la vivienda nacional es de origen irregular, 3274N3 es decir fuera de las normas y, por lo tanto, del proyecto territorial del Estado mexicano (que en teoría representa la voluntad de la mayoría). ¿Cómo es este grado de irregularidad habitacional posible en un país que desde 1917 asentó en su Constitución el derecho a la vivienda de los trabajadores; 3274N4 que desde 1983 otorgó el derecho de todas las familias a la vivienda digna; 3274N5 y que tan sólo en los primeros dos sexenios de este siglo incrementó su parque habitacional en una tercera parte con respecto al existente en el año 2000? 3274N6
Pero más allá de lo nacional, en la ciudad donde se manifiesta con mayor intensidad el poder gubernamental, el fracaso del proyecto habitacional contemporáneo ha sido igualmente bochornoso. ¿Es racional que en una urbe esencialmente rica como la actual ZMVM (que en 2009 aportaba el 23.6% del PIB nacional, más que Monterrey, Ciudad del Carmen, Guadalajara y Puebla juntas) 3274N7 convivan portentosos proyectos habitacionales estatales con colonias que crecieron limitadas por el lodo y la lámina, y a su vez con desarrollos masivos de inmobiliarias privadas que no conocieron límite territorial ni ambiental ni ético o estético? La respuesta es inmediata: sí, esta situación sí es racional, mas no en un sentido arquitectónico o urbanístico, sino en la dimensión histórica, política y económica que lo ha hecho posible. El crecimiento demográfico que presentó la ciudad de México desde mediados del siglo XX justificó edificar proyectos de vivienda. El Distrito Federal pasó de albergar 1,229,576 habitantes en 1940 3274N8 a 6,874,165 en 1970, 3274N9 con tasa de crecimiento medio anual de 5.9%. 3274N10 Sin embargo, tal crecimiento no basta para explicar las características de los nuevos conjuntos habitacionales. Las décadas comprendidas entre el sexenio de Manuel Ávila Camacho (1940-46) y Gustavo Díaz Ordaz (1964-70), periodo que se conoce como Milagro mexicano, se distinguieron por el crecimiento económico rápido y sostenido del país.
El inicio del Milagro mexicano ocurriría con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) como detonante para las exportaciones de nuestro país. 3274N11 Debido a la falta de oferta en los mercados del mundo, México figuró como el principal exportador de materias primas para los países en guerra; en consecuencia, de ser una economía basada en los sectores agrícola y minero, pasó a ser otra donde la manufactura y los servicios adquirieron dinamismo y relevancia. 3274N12 Ingresaron a la economía nuevos capitales extranjeros, 3274N13 y con esta visión centrada en las actividades económicas de las ciudades se produjo el crecimiento de las mismas. Alicia Hernández afirma que mientras de 1930 a 1940 la población había aumentado a una tasa media anual de 1.7%, la urbana lo hizo a 3.1%. 3274N14
La expansión demográfica urbana e industrial, sin precedentes en la historia de México, requirió cantidades importantes de suelo. Pero tanto el gobierno como la opinión pública estaban convencidos de que el futuro del país residía en las ciudades. La de México, ejemplo claro de urbanización, fue el foco del negocio inmobiliario: las miles de familias que migraron a ella buscando condiciones más dignas de vida trasladaron consigo sus necesidades, lo cual atrajo el interés de políticos y empresarios. No obstante, la clase política, por medio de la canalización de los recursos sociales disponibles, daría forma y contenido a las soluciones urbanas y habitacionales más representativas de esos años. Como se discutirá a continuación, la provisión de un techo no sería el fin último de la política de vivienda, sino que destacaría, más adelante, su propósito propagandístico.
La denominación de las unidades habitacionales de mediados del siglo XX, en gran parte de los casos, obedecería a honrar al presidente del momento en que fueron proyectadas (caso del Centro Urbano Presidente Alemán y el Conjunto Urbano Presidente Adolfo López Mateos de Nonoalco-Tlatelolco), o a vincular al Estado promotor con conceptos y personajes importantes para el panteón patrio mexicano (Unidad Independencia, Unidad Habitacional Vicente Guerrero, Centro Urbano Presidente Juárez, etcétera). La propaganda no se limitaría a la denominación. La Unidad Habitacional Villa Olímpica Libertador Miguel Hidalgo (caso particular) operó para México como aparador hacia el extranjero durante los juegos olímpicos de 1968.
Tanto este conjunto (y su colindante espacio deportivo) como Nonoalco-Tlatelolco podrían comprenderse, además, como la superposición y continuidad del México contemporáneo delante y encima de su pasado premoderno. Rubén Cantú Chapa comenta:
La utilización en el escenario urbano de Tlatelolco de las ruinas prehispánicas y la iglesia colonial ahí construidas, rodeadas por el conjunto moderno de grandes bloques de viviendas, más altos […] no dejan de ser formas peculiares de dominación de las que echaron mano los intelectuales del sistema. 3274N15
Respecto a Villa Olímpica, edificada sobre la zona arqueológica de Cuicuilco, a raíz de su construcción, siete edificios prehispánicos fueron destruidos y cada uno de los restantes requirió reconstrucción. 3274N16 El Disco Solar de Jacques Moeschal (escultura de concreto armado de 17 m que forma parte de la Ruta de la Amistad y que es el punto visual de acceso a Villa Olímpica), se yergue sobre “el basamento más antiguo de Mesoamérica”. 3274N17 Ésta es posiblemente la más clara superposición y dominación ideológica de los poderes modernizadores de mediados del siglo XX sobre cualquier otra etapa del país. No obstante, no todo bajo esta ideología sería destructivo: la exaltación de una continuidad histórica e identitaria con el mundo prehispánico hallaría un lado amable y afortunado en la obra de integración plástica de Carlos Mérida en el Centro Urbano Presidente Juárez.
Otros rasgos de cultura contrarios al proyecto de modernidad serían igualmente allanados. En 1950, en el área que actualmente corresponde a la unidad habitacional de Nonoalco-Tlatelolco, Luis Buñuel filmó Los olvidados, retrato de una realidad cuya visibilidad era lesiva para el régimen: 3274N18 “el caos del barrio [filmado] rompe con la estructura civil y política imperante en la metrópoli moderna”. 3274N19 En respuesta y toda vez que había surgido como tema la creación de vivienda durante la campaña presidencial de López Mateos en 1957, 3274N20 la unidad habitacional fue proyectada; dos años después aquella extensión, calificada despectivamente por Mario Pani (arquitecto responsable del proyecto) como “zona central de tugurios”, 3274N21 comenzó a ser desmantelada por el gobierno para abrir sitio a espacios modernos.
Pero admitir que había previamente un tejido urbano con residentes pobres implicó reconocer la existencia previa de vivienda en esta zona. La construcción del proyecto conllevó la destrucción de paisajes que, políticamente, en su pasiva existencia eran un fracaso y desafío para el régimen. Si tan sólo la necesidad de ampliar el parque habitacional hubiera motivado la creación de la unidad habitacional, ésta pudiera haberse edificado en un espacio poco denso o incluso despoblado, no ahí. Parte de la motivación de esta intervención, de esta confrontación de proyectos e imágenes, fue esencialmente política.
Un último aspecto que considerar sería quién tuvo acceso a la vivienda. El Centro Urbano Presidente Alemán fue encargado por la Dirección de Pensiones Civiles para proveer de casa a los trabajadores del Estado. Por su parte, la Unidad Independencia fue edificada con aportaciones de empresas privadas en colaboración con el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). 3274N22 En ambas, los empleadores (público en un caso y privados junto con el IMSS en el otro) dieron vivienda a sus empleados para cumplir con su obligación constitucional según lo estipulado en la época. Sin embargo, la amplia porción de ciudad edificada desde entonces en la irregularidad es indicativa de que gran cantidad de la población fue excluida de la vivienda formal. Los principales beneficiados de estos proyectos en términos de acceso serían quienes, por mérito profesional o político, formaran parte del aparato estatal, de sindicatos con la capacidad política de negociar soluciones habitacionales o de empresas que cumplieran con los derechos sociales de sus empleados.
Ciertamente, los grandes proyectos impulsados en aquellos años resultan de propósito cuestionable, pues aun cuando proveyeron de vivienda –que, se reitera, era necesaria–, fueron también motivados por otros fines, los cuales influyeron en la apariencia del entorno doméstico, en su localización y en el grupo de población con posibilidad de acceder a un espacio habitable. Dicho de otro modo, los grandes proyectos de la época tenían una doble función: política y habitacional, en cuya relación era condicionante la primera.
Desde la década de 1990, y enfáticamente en los primeros dos sexenios del siglo actual, esta doble función se ha modificado. La promoción habitacional se transformó en una simulación de la generación de productos de vivienda. En cambio, sirvió para la promoción política del gobierno federal (más interesado en cantidades que en contenidos) y primordialmente para la reproducción del capital financiero.
Este período, insertado en el triunfo y empuje del sistema capitalista mundial, tiene como antecedente las crisis económicas externas –con influencia directa en nuestro país– de 1982 y 1986, 3274N23 así como el llamado Consenso de Washington de 1989, el cual marcaría pauta para las políticas económicas de diversos países latinoamericanos; 3274N24 en el caso de México, a partir del gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).
Junto con el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (en vigor desde 1994), otro hito económico sería la crisis de 1995; ésta, para Luis Aboites Aguilar, generó “insuficiencia productiva, la crisis de la deuda externa, la inflación y millones de mexicanos en pobreza”, 3274N25 lo cual estimuló una emigración sin precedentes: “para 1997, se estimaba que casi 9 millones de mexicanos […] residían en Estados Unidos”. 3274N26 La respuesta gubernamental fue incapaz de crear empleos para compensar el crecimiento demográfico, así como de atender el salario rezagado y, principalmente, el empleo informal –situación que en la actualidad sigue dando inconvenientes, lo mismo a nuestro sistema tributario que a la posibilidad de caminar por la banqueta. Habría que agregar las secuelas económicas que todavía hoy padecen quienes reestructuraron sus créditos hipotecarios en unidades de inversión (UDI), las que para 2014 quintuplicaron el valor que tenían en 1995. 3274N27
Los gobiernos, a partir de Carlos Salinas de Gortari, adoptaron como medidas “la modernización y apertura del sector financiero (bancos y seguros) […] la venta de paraestatales, la apertura a la inversión extranjera, que redundó en la modernización del transporte y de las comunicaciones”. 3274N28 En consecuencia, la política económica se inclinó definitivamente hacia el libre mercado, si bien el Estado continuó atendiendo las necesidades de los grupos más desprotegidos: en el marco de la apertura democrática demandada en 1988, que se concretó en las elecciones de 1997, la atención de los sectores más desfavorecidos generaba ventajas electorales para quien, desde el gobierno, ejercía el gasto público.
Por otra parte, la reforma de 1992 al artículo 27 constitucional permitió la desincorporación de suelo de las tierras ejidales. 3274N29 Esta medida incrementó el stock disponible en el mercado de suelo, pero de manera dispersa, fragmentaria y a veces mal localizado, frecuentemente en manos de privados. Por su parte, el Gobierno Federal desmanteló “los programas dirigidos a atender el desarrollo urbano, la generación de infraestructura, la creación de reservas territoriales y la regulación y regularización del suelo”. 3274N30 Otro evento significativo para la morfología de la capital mexicana y sus tipologías de vivienda sería el sismo de 1985; por una parte, implicó la destrucción de parte de paisajes emblemáticos de los grandes proyectos habitacionales; 3274N31 por otra, el abandono del concepto de las grandes unidades, las cuales fueron sustituidas primero por desarrollos con dimensiones, espacio público y provisión de equipamiento reducidas, 3274N32 y posteriormente por desarrollos periurbanos que aprovecharon las reservas territoriales creadas gracias a la reforma constitucional aludida.
Claudia Puebla Cadena afirma que desde la década de 1990 ha habido un proceso de desregulación del sector habitacional, supeditándose el sector público a las necesidades de los promotores inmobiliarios privados. “Los fondos de vivienda se abocan exclusivamente al otorgamiento de créditos hipotecarios a su población objetivo para que adquiera en el mercado la vivienda producida por los agentes privados”. 3274N33 En contraste, INFONAVIT revirtió su público prioritario: mientras que en la década de 1980 el 83% de los créditos los ejerció población con ingreso de hasta dos salarios mínimos, para la década de 1990 descendió a 23%.
Disco Solar, Jaques Moeschal, 1968. Acceso a Villa Olímpica

Unidad Habitacional Villa Olímpica Miguel Hidalgo, 1968. Fuente: Archivo Histórico Fundación ICA, Fondo Aerofotográfico, serie oblicua, FAO_019713
Quien no es sujeto de crédito, queda excluido de adquirir vivienda formal (y se suma al más de medio millón de viviendas en hacinamiento 3274N34 o al 65% de vivienda de origen irregular en la ciudad). 3274N35 De acuerdo con René Coulomb, “el ‘producto’ de los organismos de vivienda ya no es la vivienda sino el crédito, y el ‘derecho a la vivienda’ se vuelve el ‘derecho al crédito’”. 3274N36 Sin embargo, también existe un desajuste entre la vivienda que se ofrece y quiénes pueden adquirirla. Para 2003, la demanda efectiva de la vivienda básica (con superficies inferiores a 31 m², lo que las hacía más asequibles) 3274N37 era del 40.9% de quienes demandaban vivienda de interés social, pero la oferta sólo constituía el 0.2%; para el resto de los rangos, la oferta era mayor a la demanda. 3274N38 Estos desequilibrios perduran el rezago habitacional de los más pobres sin abatir el número de viviendas deshabitadas.
El derecho constitucional a la vivienda de 1983 se ha transformado en una cuestión económica; en un sistema de mercado tal derecho es difícilmente exigible y su omisión genera desigualdad.
Aunado a esto, los subsidios que el Estado mexicano encaminó para solventar esta deficiencia, sin embargo, permanecieron mal enfocados al menos hasta 2012, pues se destinaron por años a facilitar la compra de viviendas nuevas en localizaciones perniciosas. 3274N39 En este tenor, los verdaderos beneficiarios no fueron los habitantes –quienes recibían un apoyo para adquirir un producto que comprometería su calidad de vida y economía familiar futuras–, sino los promotores que lograban colocar un mal producto en el mercado gracias a esos subsidios.
La lógica de mercado habría además influido en los siguientes sentidos: la apariencia de los espacios, si bien contemporáneos, todos iguales y en serie para disminuir costos; la localización, desplazada hasta lugares recónditos donde el suelo es barato, y el acceso a la vivienda –como se ha comentado anteriormente en términos de acceso a crédito y en las dimensiones de la misma Mientras que al año de 1980 las viviendas “económicas” construidas a nivel nacional promediaban los 58 m², para 2006 su superficie promedio había descendido a 42.4 m² (un 26.9%). 3274N40 En 2011 INFONAVIT (principal hipotecaria a nivel nacional) redujo la superficie mínima para ofrecer financiamiento de 55 a 38 m². 3274N41 Todo ello, durante los primeros dos sexenios de este siglo, quedó subyugado al objetivo de ampliar el margen de ganancia del empresariado.
Entre las nuevas unidades habitacionales de mayor dimensión en la ZMVM (reportadas por El Universal en 2011) 3274N42 destacan Ciudad Citara, de ARA –que obtuvo autorización para construir 26 mil viviendas–, y Los Héroes Tecámac II, de Grupo Sadasi, con 25 910 viviendas. Ambas se localizan en el Estado de México, la primera en el municipio Huehuetoca y la segunda en Tecámac. Si se estima un promedio de cuatro habitantes por vivienda, Ciudad Citara añadiría 104 mil nuevos habitantes a Huehuetoca, cuando en el 2000, el municipio contaba con 38,458 pobladores. 3274N43 En el caso de Los Héroes Tecámac II, el incremento sería de 103 640; si a esta cifra se añade lo correspondiente a Los Héroes Tecámac (18 304 viviendas), la cifra llegaría a 176 856 nuevos habitantes –sin contar ningún otro desarrollo de ésta u otras empresas–, mientras que en el 2000, la población del municipio era de 172 813. 4374N44 “Como resultado de que un gran número de individuos que realizan sus actividades cotidianas” en la Ciudad de México “ya no ubican su residencia en ésta, sino en municipios de entidades cercanas”, el Estado de México creció de 2010 a 2015 en promedio por año 1.4%, e Hidalgo del 1.5%, a una intensidad de cinco veces la de la capital (0.3% anual). 4274N45
La saturación de los caminos, sumada a la lejanía de estos desarrollos respecto a zonas de la ciudad con mayor concentración de empleos, servicios y nodos de transporte, impacta en el costo y tiempo de traslado, y por lo tanto, en la calidad de vida. Si partimos de una esperanza de vida de 76 años, una persona que se transporta cuatro horas diarias (tiempo total) gastaría casi 13 años de su vida en traslados; si los trayectos suman seis horas, la pérdida asciende casi a 19 años. Una habitante de Huehuetoca consultada, cuyo lugar diario de estudio se ubica en el Distrito Federal, está en esa situación.
Para 2014 el gasto diario en transporte para un residente de los municipios de la ZMVM en el Estado de México oscilaba los $57, 3274N46 lo cual, multiplicado por 365 días, da un gasto personal de $20 805, correspondiente a 309.2 días de salario mínimo de ese año. De 2013 a 2014 el costo anual del transporte per cápita (en términos de salarios mínimos) había crecido 9.1%. 3274N47
Los promotores de aquellas viviendas resultaron mucho más beneficiados que los habitantes. Cabe repetir: su negocio es la promoción inmobiliaria y el financiamiento más que la construcción. Aun cuando esta última acapara casi dos terceras partes de la riqueza generada por el sector, si se prorratea de acuerdo con los puestos de trabajo generados, el componente financiero genera un lucro de 7 veces el de la construcción, y el inmobiliario de 12.4 veces. 3274N48
Las empresas desarrolladoras alcanzaron en su año récord (2008) una participación del PIB nacional de 4.33%, 3274N49 equivalente a 47 587 millones de dólares en un año. 3275N50 Para varios accionistas, estas empresas fueron la fábula vuelta realidad de sembrar y cosechar dinero: tan sólo en 2005, las acciones de la empresa Urbi subieron de valor 50% y las de Ara, 36%. 3274N51 Aunque en años posteriores las grandes “vivienderas” sufrieron dramáticas pérdidas en la bolsa de valores por sus prácticas bursátiles poco honestas y por una mayor regulación gubernamental a sus productos, 3274N52 quienes entraron y vendieron a tiempo hicieron gran negocio. No así, en consideración al impacto diario a sus vidas, muchos de sus clientes.
Unidad Habitacional Los Héroes Tecámac II. Fotografía: Ana Laura Juárez
De lo anterior es inevitable concluir que el modo de habitar contemporáneo en los grandes desarrollos de vivienda, más que condicionado por un programa de diseño y administración territorial y espacial, ha estado subyugado a proyectos políticos y económicos que, para reproducirse, se fijan en el suelo, se expresan en el paisaje. Pero hagamos matices: en el pasado, el poder político consideró a la arquitectura y al urbanismo como lenguajes mediante los cuales se comunicaría con su audiencia –en lo cual logró en ocasiones resultados cuasi poéticos–; en cambio, el poder económico, al iniciar nuestro siglo, redujo a ambas disciplinas a un trámite necesario para dar forma y apariencia a los productos que vendía. No más: cualquier sofisticación iría en detrimento de la ganancia de los inversionistas.
Ambos modelos (el del Milagro mexicano y el de los primeros dos sexenios del siglo XXI) sujetan la apariencia, localización y población que puede acceder a sus viviendas, a intereses políticos o económicos distintos a generar una vivienda adecuada. Esto implica que el habitar contemporáneo conlleve desde su origen un ejercicio de poder, donde personas que no vivirán en los espacios domésticos generados determinan el rango de cualidades y experiencias que se brindarán a sus ocupantes finales. Lo anterior es reflejo de la desigualdad (democrática y económica), eminentemente contradictoria, del proceso de producción arquitectónico, urbano y de reproducción social.
Las similitudes entre ambos modelos invitan también a futuras investigaciones comparativas de carácter urbanístico e histórico. Un ejemplo sería la posible gentrificación a raíz de la edificación de grandes unidades durante el Milagro mexicano. Asimismo, las modificaciones conductuales y axiológicas determinadas por el lugar de residencia y los recorridos cotidianos, o las implicaciones simbólicas y políticas de la marginación en el acceso a la vivienda, son temas relevantes y factibles para abordar.
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José Armando Alonso Arenas
Urbanista
Mestrante en Geografía
Universidad Nacional Autónoma de México
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Angélica Noemí Pérez Juárez
Licenciada en Educación Secundaria con especialidad en Historia
Becaria del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones en México
temachtiani.historia@yahoo.com.mx
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Last modification: September 21, 2020