Juan Legarreta: vivienda obrera posrevolucionaria
Jorge Oscar Yepes Rodríguez
A principios de los veinte, mientras el Movimiento moderno atravesaba por uno de los periodos más difíciles de su desarrollo, tras la ascensión de Adolf Hitler al poder en Alemania, las represiones estalinistas a las vanguardias en la entonces Unión Soviética y la depresión en los Estados Unidos a raíz de la caída de la bolsa neoyorquina, en México se llevaba a cabo un debate libre acerca del futuro de la arquitectura en el país.
Pasada la inestabilidad inicial de los prime-ros gobiernos posrevolucionarios, la sociedad mexicana trataba de autodefinirse en materia de identidad nacional, orientación ideológica y conformación social. Por tanto, para hablar de los primeros pasos de la vivienda social en la historia de la arquitectura en México, debe subrayarse la relación sincrónica de los deseos del Estado por resolver problemas colectivos de habitación, enseñanza y salubridad, mediante la implementación y el apego a las nuevas leyes que dieron pauta a las políticas de vivienda vertidas en la Constitu-ción de 1917 –los contenidos más relevantes res-pecto al territorio, los núcleos de población y la arquitectura por impulsar se encuentran, principalmente, en los artículos 27 y 123–; 3226N1 los escasos recursos económicos disponibles para ello, y las nuevas corrientes de pensamiento que aportó el funcionalismo internacional, teorías y obras principalmente desarrolladas en Alemania por la corriente conocida como Neue Sachlichkei o nueva objetividad.
Algunos estudiantes de la entonces Escuela Nacional de Arquitectura en la Antigua Academia de San Carlos, durante el periodo 1926-1933, tomarían de estas corrientes y pensamientos los fundamentos de nuevas soluciones arquitectónicas y se mantendrían anclados a ellas, con lo cual manifestarían una postura ideológica ante la enseñanza establecida por las diversas corrientes beaux arts que sentaban el collage estético de la arquitectura entonces realizada.
Indudablemente esto sentaría las bases para alcanzar una madurez arqui-tectónica futura al conformar los primeros pasos de un movimiento de arquitectura funcionalista nacional, donde se daría apertura a una nueva forma de exponer y concebir el desarrollo arquitectónico en el país.
De los diversos personajes que construyeron la nueva realidad arquitectónica nacional, destacó el pensamiento de los jóvenes arquitectos Juan Legarreta y Juan O’Gorman, quienes “aprendieron a relacionar al artista con su sociedad, al artesano con la industria. Los alumnos reconocieron la función social de la producción artística y arquitectónica”, 3225N2 y asimilaron, de igual manera, ideologías del funcionalismo –extraídas selectivamente de escritos de Le Corbusier–, las cuales defendían justificando que el parecido de la arquitectura moderna mexicana con la europea se debía a que “la arquitectura tendrá, forzosamente, que hacerse más internacional, por la sencilla razón de que cada día que pasa, el hombre se universaliza más […] Eficiencia al precio más bajo ¿no es acaso ésta una necesidad internacional?”, 3226N3 como mencionó O’Gorman en su conferencia para la Sociedad de Arquitectos Mexicanos de 1933.
O’Gorman la denominó en ese discurso “arquitectura técnica”, e indicó que su finalidad era ser útil al hombre de manera directa y precisa. 3226N4 Legarreta y O’Gorman relacionaron el pensamiento arquitectónico funcionalista con ideas sociales y con una dignificación de la arquitectura para la clase obrera del país. A partir de tales planteamientos formularon otra manera de hacer arquitectura, la cual definiría los inicios del movimiento funcionalista en México.
En etapas previas a la arquitectura funcionalista, coexistieron en el país estilos que marcarían la diversa obra desarrollada a lo largo del territorio, cuyas múltiples características formales correspondían a la corriente beaux arts. La arquitectura ecléctica, el art nouveau, el neoclásico, o en su mayoría el neo-colonial, fueron géneros sustentados en cánones delineados por la Academia parisina difundida en la obra teórica de Julien Guadet titulada Éléments et théorie de l’architecture. Todas estas corrientes arquitectónicas se edificaron disfrazando, en mayor o menor medida, el inadecuado uso de los sistemas estructurales con los cuales fueron desarrollados. Además, aunque en México ya se conocía el concreto desde el inicio del siglo xix, no fue sino hasta 1902 cuando el concreto armado comenzó a tener importancia en diversos sectores del gremio arquitectónico. 3226N5
La materialidad del concreto armado forjó las nuevas características espaciales y visuales. Importantes arquitectos de la época mostraron ejemplos de obras arquitectónicas desarrolladas con este material como sistema constructivo. Ideas como la Maison Dom-Ino de Le Corbusier en 1914, y ejemplos como el Instituto de Higiene de José Villagrán en 1925, en la Ciudad de México, demostraron la calidad de ejecución, y sobre todo, la sencillez para su construcción.
El gobierno y los arquitectos se percataron de que “el problema era colectivo, el reto una necesidad social que comprendía escuelas, hospitales y viviendas; la respuesta; materiales económicos y métodos de construcción” 3226N6 para las masas trabajadoras, en relación con la justicia social. Así, para 1929 el uso del concreto se generalizó y desembocó en nuevas y simples técnicas de construcción. “Teoría y práctica se encontraban por fin unidas y el funcionalismo podría ser desarrollado en proporciones industriales”. 3226N7 En una palabra, en el contexto cultural del país en que se integró esta arquitectura de carácter funcionalista y racionalista, la occidentalización tomaba rumbo de manera definitiva.
Un pueblo que vive en jacales y cuartos redondos, no puede “hablar” arquitectura. Haremos las casas del pueblo.
Estetas y retóricos –ojalá mueran todos– harán después sus discusiones
Juan Legarreta, 1933
La arquitectura en México anunció grandes cambios al llegar los preceptos que Le Corbusier postulara en su libro Vers une architecture (París, 1923). Allí se mencionaban aspectos como la ingeniería, los programas sociales, las viviendas para obreros y la naturaleza política de la arquitectura. La obra tuvo adeptos que ligaron estas ideas a las condiciones de pobreza padecidas durante esos años; con ello, entendieron que tenían la posibilidad de resolver los urgentes problemas que planteaba el habitar doméstico en nuestro país.
El arquitecto Juan Legarreta fue uno de los principales interesados en dar soluciones a este tema. La transición intelectual que experimentó fue vital para su obra. Estaba dotado de una vasta motivación para lograr me-joras significativas en la calidad de vida del sector medio y obrero del país mediante soluciones con espacios mínimos, aunque propios del tema que su trabajo arquitectónico planteaba.
No sólo interesado por la arquitectura mexicana, mostró atención a la arquitectura de otros países, la cual conoció a través de publicaciones como L’Architecture Vivante o Architectural Record. 3226N8 Esto determinó, en primera instancia, el perfil que caracterizaría su corta obra, el cual reflejó, de manera teórico-práctica, en su tesis profesional: “Proyecto de construcción de la casa obrera en su tipo mínimo”, con la que obtuvo su título de arquitecto en la ENA de la Academia de San Carlos en 1931. Legarreta comprobó esta tesis funcionalista construyendo con sus propios recursos un modelo de vivienda en el que “propuso un sistema constructivo idéntico al de las casas que había construido O’Gorman, pero en el cual ponía atención no a medios de expresión vanguardistas, sino a la economía de la realización y a su posibilidad de repetirlas”. 3226N9 Quería con ello demostrar a sus maestros el tipo de obra o estudio que se debería tener como propuesta desde la Academia de San Carlos, para así poder entender un poco más las necesidades básicas de la sociedad. De este modo demostró al gremio el tipo de compromiso que debían adquirir con la nación, cuyos servidores son los arquitectos.
Este logro de Legarreta está plasmado en sus conjuntos de Balbuena y San Jacinto, en donde implementó una arquitectura de carácter social. La voluntad creativa e intelectual de Legarreta se vería proyectada en el mejoramiento de los aspectos económicos y técnicos de su arquitectura. La solución no dependía del mejoramiento de las condiciones estéticas de la obra, sino de distinguir las necesidades del habitar humano moderno. La conjugación del pensamiento proyectado en la obra hablaría de una arquitectura que comenzó a experimentar con diversas soluciones espaciales sin perder sus cualidades esenciales, persiguiendo así los preceptos que declararía la nueva arquitectura funcionalista en México
En 1929 el Partido Nacional Revolucionario (PNR), fundado en ese mismo año, se propuso hacer cumplir las fracciones del artículo 123 de la Constitución Mexicana, referente a la obligación que tienen los patrones de proporcionar a los trabajadores viviendas cómodas e higiénicas. El Congreso Nacional de Planificación, organizado por la Sociedad de Arquitectos Mexicanos, convocó a reflexionar en torno a la aplicación de dichas leyes, así como a compren-der el valor del arquitecto como sujeto con responsabilidad social, capaz de proponer proyectos para las necesidades del país. De esta manera, tres años después se convocó a un concurso para resolver la “Casa Obrera Mínima”. Éste fue publicado por el arquitecto Carlos Obregón Santacilia en colaboración con el Licenciado Aarón Sáenz, Jefe del Departamento del Distrito Federal, en el diario El Universal, el 27 de mayo de 1932; en esta convocatoria se invitaba a todos los arquitectos e ingenieros residentes en México a participar en el concurso para el Muestrario de la Construcción Moderna, empresa privada del propio Obregón Santacilia y en la cual fungía como director.
El concurso tenía por objeto el estudio técnico de las propuestas participantes, para determinar así las necesidades mínimas de habitación para la clase media y obrera del país, y considerar los elementos básicos de carácter arquitectónico, higiénico y económico que satisficieran y cubrieran dichos requerimientos.
El arquitecto Obregón Santacilia, dentro de la convocatoria, marcó los siguientes puntos que considerar:
¿Cuáles son las mínimas necesidades por persona?Una vez determinadas estas mínimas necesidades, ¿qué tipos de casas, qué tipos de viviendas y qué tipos de fraccionamientos pueden satisfacerlas? Determinados estos tipos, ¿qué procedimientos de construcciones “estandarizadas” serían las que pudieran ofrecer aquellos tipos de habitación al menor costo posible? 3226N10
Se recibieron propuestas de importantes y destacables arquitectos, los cuales estuvieron inmersos en este cambio de pensamiento proyectual sobre las nuevas funciones y necesidades del habitar en el país. Entre los participantes estuvo el arquitecto Juan Legarreta, en colaboración con el arquitecto Justino Fernández, quienes obtuvieron el primer lugar al presentar “una casa de líneas y estructuras modernas con una superficie construida de 54 m2, planeada para una familia de seis personas”. 3226N11 La distribución espacial interna estaba integrada por tres alcobas, comedor, baño y un lugar para mesa de trabajo o taller. Por su parte, el arquitecto Enrique Yáñez obtuvo el segundo lugar; su proyecto basó su solución en la tradicional accesoria de taza y plato, utilizada comúnmente en tiempos del virreinato. La distribución de la propuesta consistía en una accesoria con taller y cocina en la planta baja, y el área de descanso se encontraba en un tapanco. El arquitecto Carlos Tarditi “obtuvo un tercer premio con un proyecto simple basado en una superficie reducida. La solución de la estancia era para Obregón Santacilia la más perfecta que se podía lograr con el mínimo de elementos”. 3226N12 En el concurso destacaron también otros proyectos:
Entre ellos son muy dignos de citarse el del arquitecto Juan O’Gorman, que revelaba un estudio profundo del tema y una osadía de resolución por desgracia discrepante con las normas del programa […] el del arquitecto Mauricio Campos, el del arquitecto Álvaro Aburto; el de los arquitectos Carlos Greenham y Albarrán y el del arquitecto Estanislao Suárez, que constituían soluciones de indiscutible valor arquitectónico, pero que no alcanzaban condiciones de sencillez y claridad de las soluciones premiadas. 3226N13
Toda esta nueva visión de vivienda para la clase obre-ra y sus derechos tuvo una buena acogida por Aarón Sáenz, Jefe del Departamento del Distrito Federal, el cual encomendó a los ganadores del primer premio la construcción de dicha propuesta. Legarreta y Fernández construyeron así un primer prototipo en la colonia Moctezuma de la Ciudad de México, el cual, después de la modificación del proyecto con algunos rasgos de otros finalistas del concurso, daría paso a la ejecución de 108 viviendas más. Entre 1935 y 1936 se construyó otro conjunto de 205 viviendas, con el apoyo del arquitecto Vicente Pinedo, mismo que el arquitecto no alcanzó a ver terminado debido a su prematura muerte en 1934.
Legarreta se interesó, defendió y proyectó este nuevo habitar conjugando el pensamiento, los nuevos materiales y las tecnologías constructivas que posibilitaron un modelo específico de arquitectura. Ésta sería el pilar para afrontar la necesidad de una vivienda de carácter social, cuyas primeras construcciones habrían de dar al gobierno de México el ejemplo necesario para interesarse y dotar de equipamiento habitacional a diversos sectores, lo cual terminaría por caracterizar la nueva gran imagen urbana que la ciudad comenzaba a adoptar. Se insinuaba así el ulterior protagonismo del Movimiento moderno, que ya había permeado en el gremio arquitectónico con grandes exponentes, futuros forjadores de la nueva cultura arquitectónica en nuestro país.
Problema excepcional, desafío, juego del espíritu:
explotar un terreno de una forma particularmente difícil
Le Corbusier
Juan Legarreta, conjunto de vivienda obrera en Balbuena, 1932-34. Fuente: Esther Born, The New Architecture in Mexico (Nueva York: William Morrow, 1937)
Le Corbusier, Maison Terni-sien, Boulogne-sur-Seine, 1926. Fuente: L’Architecture Vivante (otoño, 1927)
La obra que presentó Legarreta en su tesis tiene referencias formales a una obra particular de Le Corbusier, la Maison Ternisien, construida a peti-ción de Paul Ternisien, un músico, y su esposa, una artista, quienes conocieron a Le Corbusier después de su conferencia en la Sorbona en 1923. 3226N14
Es de considerar que si Legarreta estaba inte-resado en el pensamiento del arquitecto francés, tendría referencias no sólo teóricas, sino análogas y formales a sus proyectos. Es posible que, me-diante publicaciones internacionales, como lo mencioné en un apartado anterior, el arquitecto estudiara las soluciones espaciales y volumétricas que Le Corbusier desarrollaba en diversas obras edificadas en Francia durante la década de 1920, para, posteriormente, tomarlas como punto de partida de sus propias ideas.
La Maison Ternisien consistió en una residen-cia en un predio de forma triangular, donde Le Corbusier proyectó
[…] un taller “estándar” (o una célula habitacional modelo Esprit nouveau a doble altura) a la izquierda, para la señora Ternisien; estaría conectado por una sección de la zona intermedia funcional a un elemento “poético”, en forma de piano, de un piso, para Paul Ternisien el músico. Un dormitorio y una ducha se aprietan con alguna dificultad en la pun-ta del ángulo agudo. En la primera planta existiría sólo un esquema [partie] funcional en el centro y la habitación con vistas al taller de doble altura. 3226N15
Otra idea presente en el proyecto de la Maison Ternisien fue “que la escalera en la que la diagonal sobresale al exterior podría ser cerrada por la cons-trucción del primer piso para cubrir el elemento en forma de piano y así agregar un nivel encima del taller”. 3226N16
Tales referencias espaciales señalan la singulari-dad de la obra en comparación con la propuesta del proyecto de tesis que Legarreta presentó a la Academia, y la cual puede marcar una relación directa entre ambas. Aunque Legarreta optó para su ejercicio de tesis por una forma semejante a la triangular empleada por Le Corbusier, la vocación de ambas difiere en la solución a los problemas que se abordaban.
En el caso de Legarreta y su vivienda dúplex para el sector obrero, el arquitecto propone dos entradas diferentes para cada una de las viviendas, para darle a una la privacidad de un patio interior y a la otra el formalismo de una escalera y un típico “corredor de hacienda”; el acceso de cada una con-duce directamente a la zona de cocina-comedor sin vestibulación alguna, logrando así la unificación de los dos espacios mediante una continuidad suave y sin mayor rebuscamiento. La orientación hacia el oriente propicia un área soleada para que los habitantes realicen diversas actividades. Desde la cocina-comedor o desde la puerta de una de las viviendas se accede sin mayor circulación a un espacio enorme con un gran ventanal: el estudio-taller, espacio que ofrece un lugar donde la familia pueda trabajar libremente, orientado al norte de la obra.
El módulo de las alcobas es de 2.2 m y de la cocina y baño 2.15 m, dando un espacio central de 6 m en total y un espacio exterior de 6.15 m, logrando así una armonía modular […] Estos diseños integrados son muy racionales, es decir, muy propios de los estudios de la escuela Bauhaus, sin dejar a un lado, por supuesto, las relaciones de la vida obrera en sus costumbres y tradiciones. El arquitecto propone la integración de utensilios de barro como ollas y jarros, muy de acuerdo a lo que estas familias usan cotidianamente, así como muebles de bejuco y madera. 3226N17
Esta semblanza espacial nos reitera su compro-miso con sus principios e ideales, caracterizados por la preocupación de proporcionar viviendas útiles y económicas a una población con poca accesibilidad a las mismas, con lo cual encauzó en la modernidad al México posrevolucionario. Sin embargo, el problema no fue entendido en los términos que Le Corbusier planteaba completamente, ya que si bien se dio una solución para la repetición en serie y las soluciones técnicas de las casas, éstas se realizaban aún con procesos artesanales en todas sus etapas y mantuvieron una escala horizontal con respecto al perfil urbano, lejos de las propuestas del arquitecto francés respecto a una nueva escala para la ciudad; es decir, en esos momentos Le Corbusier planteaba un problema mayor: la verticalidad de las obras, no sólo despojar de ornamento a la machine à habiter.
Tanto la Maison Ternisien de Le Corbusier como algunas viviendas obreras de Legarreta han sufrido modificaciones espaciales que en menor o mayor medida han desvirtuado las concepciones iniciales que los autores tuvieron de la obra. Es evidente la necesidad de preservar y difundir la huella histórica del legado arquitectónico de excelentes representantes mexicanos, impulsores del desarrollo de la arquitectura nacional. Conocer los cambios de la vivienda en diversos periodos y situaciones políticas, culturales y sociales conlleva a entender su evolución, la cual actualmente nos da nuevas pautas para desarrollar teorías, espacios y formas, con enfoques que comprenden las nuevas acciones y necesidades que hoy ocupa el habitar humano.
Dibujos de la propuesta ganadora del concurso para el Muestrario de la Construcción Moderna “Casa Obrera Mínima ” de Juan Legarreta y Justino Fernández, 1932. Fuente: El Arquitecto (1934)
Jorge Oscar Yepes Rodríguez
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